La importancia de la investigación social

La importancia de la investigación social

El oficio del investigador

En un contexto de difusión de procesos y resultados, se presentaron cinco investigaciones realizadas por estudiantes de Ciencias Sociales. Las temáticas fueron variadas, desde el uso de medicamentos para regular las conductas de los niños, hasta el estigma social y las condiciones de las mujeres con hijos en las cárceles uruguayas.

Cuatro investigadoras buscaron responder a la siguiente pregunta: “¿son los niños los inadaptados al sistema educativo o este no se adapta a los niños de hoy en día?” ¹. Por esta razón decidieron empezar por el estudio de la medicación con psicofármacos en el sistema educativo privado y observaron que los niños con conductas “anormales”, suelen ser medicados para insertarse en lo establecido por la institución. La cuestión es qué conductas sobresalen o no de lo “normal” de la escuela.

Por un lado, las maestras identificaron a los niños inquietos y violentos, pero también mencionaron aquellos que no participan ni se relacionan con su entorno escolar. Sin embargo, la medicación no siempre significa mejores resultados. Muchos alumnos pierden espontaneidad y se tornan pasivos frente a la actividad curricular. Los medicamentos inevitablemente modifican su modo de vida; no solo afecta la forma en que los alumnos se conciben a sí mismos, sino también ante los demás.

Los resultados verificaron una estrecha relación entre modernización y medicalización: fue en esta época cuando se comenzó a enfatizar la importancia de la medicina. Por otro lado, constataron que el interior del país no tiene una postura definida, mientras que Montevideo intenta que la medicación sea la última opción para el niño y su familia.

Otra investigación se centró en el impacto familiar de los pacientes que son diagnosticados con trastorno bipolar². Las familias fueron identificadas en talleres del Hospital Vilardebó, destinados a prevenir decaídas, informar y comprender la enfermedad. Aunque la generalización no es justa, los estudiantes reconocieron características compartidas en todos los casos. Concluyeron que luego del diagnóstico los cambios en los familiares son tanto a nivel personal como social. No obstante, el mismo también genera alivio, comprensión y control sobre la enfermedad.

Otro proyecto estudió la discapacidad psicosocial y el empleo3. Sólo el 1,3 por ciento de los cupos de trabajo son para personas con discapacidad, por lo que se incumple el 4 por ciento establecido en la ley 18.651. “Con todos los locos que tengo, ¿voy a contratar a uno diagnosticado?”, expresó uno de los empleadores entrevistados por los investigadores.

Las instituciones ejercen el dominio del proceso de clasificación, por lo que el estigma público conlleva al aislamiento, disminuyendo las oportunidades laborales y sociales. Los investigadores relataron que se observan tres terminologías distintas para referirse a lo mismo: discapacidad psicosocial, discapacidad psíquica y trastorno mental. Al mismo tiempo, notaron en ellos distintas concepciones de las palabras inclusión e integración.

Para orientar al público, los estudiantes definieron inclusión como la creación de un puesto de trabajo para que la persona realice ciertas tareas y cumpla con un horario, y a la integración como aquella que no solo crea el puesto de trabajo, sino que también constata que la persona puede hacerlo eficientemente.

Sistema penal

Estudiantes conversaron con las organizaciones de la sociedad civil para conocer su opinión acerca de las medidas no privativas de libertad y el nuevo modelo de organización propuesto por el Instituto Nacional de Inclusión Social Adolescente (INISA)4. Los voceros de las organizaciones afirmaron que dicha propuesta es inviable metodológica y económicamente porque las horas establecidas en el nuevo modelo resultarían incompatibles con la disponibilidad horaria de los técnicos, ya que suelen ser personas con multiempleo. Además, explicaron que los recursos disponibles no serían suficientes para la propuesta presentada.

Antiguamente, las organizaciones sociales participaban en la aplicación de las medidas no privativas con marcos conceptuales distintos. Sin embargo el nuevo modelo propone romper con esto y unificar la metodología de intervención, ya que era uno de los mayores cuestionamientos de ese accionar. Esta iniciativa es vista positivamente por las organizaciones civiles aunque aún lo critican por tener una lógica de diagnóstico, control y vigilancia.

Como conclusión, las estudiantes afirmaron que a partir de la nueva metodología, varias organizaciones civiles cerraron, pero las pocas que se mantienen lo hacen en base al nuevo modelo.

Por otra parte, “Descubriendo el mundo entre rejas” es un proyecto que ahondó sobre las mujeres y sus hijos en privación de libertad5. El lugar de estudio fue el centro de Rehabilitación Nº 5 del barrio Colón, popularmente conocido como Cárcel de Mujeres. Allí existe un sector para mujeres con sus hijos de 0 a 4 años. La directora de la cárcel explicó a los investigadores que no cuentan con las condiciones necesarias para atender a los niños, pero al estar cubiertos los cupos de la cárcel El Molino (que además está en proceso de cierre y será trasladada a la Cárcel de Mujeres), deben hacerse cargo de ellos.
Se analizó la situación en base a cinco variables: educación, salud, nutrición, recreación y situación edilicia. Las conclusiones ratificaron que la institución no cumple con las condiciones establecidas legalmente: se brindan pocos estímulos a los niños, no hay una pediatra en el edificio sino una médica general y tampoco hay centros educativos ni espacios de juegos, ya que las madres solo pueden salir al patio con sus hijos dos veces por semana.

El encierro se ve como única forma de vida”, afirmó uno de los investigadores, y agregó que la figura paterna suele ser escasa o nula, al igual que el contacto con el mundo exterior. Los niños pueden salir, pero muchas madres prefieren tenerlos consigo: “cuando los niños cumplen 4 años, salen con un montón de derechos que nunca se cumplieron”, sentenció.

Valeria García Mallo

 

1 Melany Talmón, María Victoria Viggiano, Lara André y Martina Pirott

2 Marcelo De León, Erika Hernández, Antonella Pedrana y Bruno Pérez

3 Rodino, Bordagorry, Fredes, Henigori y Giacomoni
4 Gabriela Diana, Lucía Everett y Carolina Guerra

5 Ana Frola, Federica Bonel, Ana Clara Montero, Natalia Pereira y Diego Poblete